miércoles, 19 de octubre de 2011

APRENDER A INTEGRAR A LOS MAYORES




En octubre de 1.999 se inauguró la conmemoración del Año de las Naciones Unidas de las Personas Mayores, bajo el lema “Una sociedad para todas las edades”. Se trabajó para que se partiese de una sociedad con un “diseño para todos”; crear y producir pensando en todas las personas y tener en cuenta las necesidades o dificultades específicas de todos aquellos que no cuentan con toda la capacidad, autonomía o habilidad física, psíquica o sensorial que se suponen habituales. Un diseño que debiera generalizarse en todos los ámbitos de la vida cotidiana, pública y privada.




Pero este “diseño para todos” deberá ser, ante todo, una filosofía basada en la igualdad de derechos de todas las personas. Ha de incluir además una consulta previa a los posibles usuarios, ya que son éstos quienes están en mejores condiciones de señalar sus necesidades y las dificultades y limitaciones con las que se encuentran.





Respeto, atención y cariño son los tres principios básicos en la relación con nuestros mayores:



  • Respeto a su momento psicofísico, a su ritmo propio, a sus valores y concepciones, a sus comportamientos, a sus deseos y querencias, a su propia organización de la vida (siempre y cuando sea sana esa organización, por ello requiere una observación). 




  • atención al mayor será siempre desde una escucha abierta, positiva y sin juicios de valor ni prejuicios. Esta atención lleva implícita la dedicación de un cierto tiempo para escuchar cómo está esa persona mayor, cómo vive, qué quiere, qué le gusta, cómo percibe sus recuerdos y experiencias.                                                                                                                           La escucha de la que hablamos es humana y está teñida de aprecio, consideración, cercanía y  acompañamiento. 




  • El cariño debemos proporcionárselo a los mayores en grandes dosis, porque en esta edad se valora más que nunca el afecto. Cariño que se trasmite a través de ese interés por lo que les ocurre a nuestros mayores, por el respeto, la escucha, ese tiempo de dedicación… y que se traduce en nuestros gestos, nuestra mirada, nuestro tono cálido a la hora de dirigirnos a ellos. Y también, por qué no, el cariño manifestado mediante la caricia: esa mano que se posa, que presiona, que agarra, ese abrazo que funde la distancia y ese beso que hace sentir que no se está solo y que se es querido y valorado.   









Mucho diálogo:


Promueve el aprovechamiento de la riqueza cultural de las personas de edad avanzada y la mejora de su autoestima, además de para sentar las bases de una óptima integración de los mayores en la sociedad.

 
Ser mayor no debe constituir un obstáculo para ser feliz.



El camino deseable sería ir hacia una envejecimiento saludable, porque hacernos mayores no es sinónimo de enfermedad, y uno de los retos de nuestra época es vivir más, pero también mejor.












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